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HUESPEDES EN EL PARAÍSO de Sergio Coello
HUESPEDES EN EL PARAÍSO de Sergio Coello
El Paradise es un hotel muy singular. A él han llegado seres que “aparcados por la vida” se observan entre sí y de su reconocimiento vamos descubriendo los cromados que en a su día cada uno tuvieron.
De todos los fantasmas que pueblan el Paradise sólo aparecen dos personajes en ascenso, totalmente pragmáticos y exentos de escrúpulos. El resto está de vuelta de la vida, una vida que les proporcionó, poder, éxito, belleza… un novelista acabado, una cantante que ya sólo podía cantar con los ojos, una actriz de Hollywood que había conocido mejores tiempos, un gánster en fase terminal, un pianista negro cuya digitación había pasado a ser utilizada en los cubiletes de dados, una “chica de gang”. A todos ellos hoy Mike, que había cambiado la pistola por las escrituras de propiedad de un hotel, les ha proporcionado un lugar en el cual el exterior no los pueda alcanzar para destruirlos del todo.
Con unos personajes “chandlerianos” Coello construye una novela en que la vida de todos y cada uno es el motor de la acción, y que discurre, aparentemente, tranquila pero no exenta de esa agitación que en el interior de las personas no siempre se puede sepultar y que nos va diseccionando los distintos prototipos de la fauna humana actual.
La novela aún siendo “negra” no encierra crimen alguno ni delito visible sino su negritud viene del paso por una realidad en que los gestos son un compendio de lo que debía ser la acción y esa realidad no es atractiva.
No es una novela pesimista, y si bien Coello nos desgarra con el reconocimiento propio en cada uno de los personajes, al final nos abre una oportunidad para que todos, excepto Matone, puedan recuperar el resto de sus vidas pero con objetivos muy distintos a los que les mantuvieron algún día. Eso sí, fuera del Paradise.
Una novela llena de frases, frases que son axiomas que nos hacen recordar un laconismo que la novela negra empezó a utilizar como parámetros definitorios de realidades y que nos hace felicitarnos por ese Coello reencontrado.
Gijón 19-07-09
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