Recuerdo a mi madre afanándose en la cocina para preparar la cena de Nochebuena. La mayor parte de las veces era pollo, otras gallina y en contadas ocasiones un pavo era la víctima; la manera de hacerlo solía consistir, bajo mi atenta mirada, en esta: Es un plato algo más complicado pero “con mucho amor” será el plato estrella de la Nochebuena.
Debemos tener la materia prima, una gallina o poularda de tamaño mediano (que ronde el kilo y medio), dos puñados de frutos secos crudos (almendras y piñones), unos 200 ml de aceite de oliva virgen, una cebolla no muy grande, ajos (uno grande o dos pequeños), 200 ml de vino blanco, dos hojas de laurel, azafrán (de verdad, en hebras), una rama de perejil ( o cucharada), dos huevos duros, agua, harina y sal. Una vez lavados los trozos de la gallina (no deben ser muy grandes) los enharinamos y los echamos en una sartén en la cual hemos llevado el aceite a alta temperatura. Freímos la carne hasta que adquiera un color dorado y la apartamos. En el mismo aceite echamos la cebolla bien picada, los ajos, enteros, y el laurel y cuando la cebolla toma el color transparente, a la vez que los ajos se doran, ponemos las almendras y los piñones, dándole unas vueltas y retirándolo con la rasera.
Todo lo anterior lo depositamos en un almirez con el azafrán, el perejil y la sal y procedemos a machacarlo (no demasiado).
En una cazuela ponemos la carne, echamos sobre ella el aceite de la sartén, le ponemos el vino blanco, el contenido del almirez (que podemos enjuagar con vino) y el agua.
A continuación dejamos hervir a fuego lento (según la carne sea más o menos dura, puede ser alrededor de una hora, más o menos) y cuando ha transcurrido ese tiempo trituramos, con un tenedor, en un plato las yemas de huevo y trabamos en la salsa existente en la cazuela, removiendo hasta que tome un color dorado uniforme.
El plato está terminado, corregimos de sal si es necesario, troceamos ( muy menudas) las claras de los huevos y las espolvoreamos por encima, sin retirar del fuego, dejandolo unos minutos.
Servimos a continuación.
Recomiendo un vino tinto de calidad para disfrutarlo.
Todo lo anterior lo depositamos en un almirez con el azafrán, el perejil y la sal y procedemos a machacarlo (no demasiado).
En una cazuela ponemos la carne, echamos sobre ella el aceite de la sartén, le ponemos el vino blanco, el contenido del almirez (que podemos enjuagar con vino) y el agua.
A continuación dejamos hervir a fuego lento (según la carne sea más o menos dura, puede ser alrededor de una hora, más o menos) y cuando ha transcurrido ese tiempo trituramos, con un tenedor, en un plato las yemas de huevo y trabamos en la salsa existente en la cazuela, removiendo hasta que tome un color dorado uniforme.
El plato está terminado, corregimos de sal si es necesario, troceamos ( muy menudas) las claras de los huevos y las espolvoreamos por encima, sin retirar del fuego, dejandolo unos minutos.
Servimos a continuación.
Recomiendo un vino tinto de calidad para disfrutarlo.
FELICES FIESTAS